Athletic Club Info
Entrevista a Mikel González en Italia
Fuente: ronachedispogliatoio.it
Cómo hace el Athletic Club para jugar (y ganar) únicamente con jugadores vascos
Son uno de los 3 equipos españoles que jamás han descendido a Segunda División y, aun así, utilizan solo futbolistas de su propia región. Por elección.
El Athletic Club es un modelo único y admirado en todo el mundo, una referencia cuando se habla de ese fútbol lleno de pasión y arraigo que todos soñamos. Juega únicamente con futbolistas vascos y, pese a ello, nunca ha bajado a Segunda: de hecho, se ha permitido el lujo de conquistar numerosos trofeos, el último la temporada pasada con la Copa del Rey. Pero, ¿cómo puede un club tan glorioso, con resultados tan notables, conseguir todo esto empleando únicamente chicos de su región (un término sobre el que volveremos)? Y, sobre todo, ¿por qué ningún otro club del mundo ha intentado algo parecido?
Para responder a estas preguntas, entrevistamos a Mikel González, director of football del Athletic Club. Es quien, en la práctica, ejerce como director deportivo, marcando la línea y coordinando toda la actividad deportiva de la entidad. Él también es vasco de pura cepa, nacido en Bilbao en 1987. En julio de 2022, con 34 años, se convirtió en director de desarrollo —el otro cargo más importante— y, tres meses después, pasó a su puesto actual.
Las bases del “milagro Athletic”
González nos habló en detalle del “sistema Athletic”. La pregunta que él definió como «la del millón de euros» —“¿Cómo hace el Athletic para ganar y no descender nunca si solo ficha a futbolistas de su región?”— no se la lanzamos de inmediato; más bien nos ayudó a comprender la respuesta a medida que avanzaba la conversación. Porque, en un fútbol cada vez menos sostenible, cualquiera podría intentarlo. Pero, como veremos, «el modelo del Athletic no se puede replicar».
«Nuestro sistema —nos explica Mikel— es único por su filosofía y sus resultados, y hunde sus raíces no solo en lo deportivo, sino también en las instituciones y en lo social».
El Athletic Club no es solo un equipo, sino la representación de una ideología que nace en Bilbao y se extiende a todo el País Vasco, es decir, Euskal Herria. Aquí surge la primera aclaración: el País Vasco es una de las 17 comunidades autónomas de España, pero no debemos confundirlo con el término Euskal Herria, la región geográfica habitada por los vascos, que se extiende a ambos lados de los Pirineos (entre España y Francia), y que es la referencia principal de la política del Athletic. “Euskal Herria” designa tanto el lugar geográfico donde viven los vascos como al propio pueblo vasco (sería como usar una misma palabra para referirnos a “Italia” y al “pueblo italiano”).
Pueden vestir la camiseta rojiblanca quienes hayan nacido en el País Vasco, es decir, en las 7 provincias de Euskal Herria, o quienes se hayan formado futbolísticamente en esa zona:
«Si unos padres se trasladan aquí de forma natural, se asientan y su hijo crece en esta tierra, empieza el colegio y también a jugar aquí, integrándose por completo en nuestro territorio y asumiendo nuestra cultura, entonces puede ser convocado».
Luego, una premisa fundamental:
«La sociedad hace al Athletic. En Vizcaya (la zona más próxima a Bilbao) es imposible que alguien no sea del Athletic. Incluso la gente que no se interesa por el fútbol sabe lo que significa el Club y lo sitúa por encima de todo en la sociedad; está arraigado en las familias, lo encuentras en todas partes: bares, parques, delante de una casa… por todas partes».
Es una auténtica huella cultural:
«En el colegio aprendes el himno, siempre te regalan la camiseta, ves nuestro escudo en todos lados…».
Mikel, muy profesional y cercano, nos pone un ejemplo:
«Mi sobrino tiene un año y medio, apenas sabe hablar, pero ya sabe decir “Athletic”. Si ve el escudo, te lo señala con orgullo. Le sale de forma automática, lo lleva en el ADN».
El modelo sigue inalterado desde hace décadas:
«Obtenemos resultados y éxitos sin desvirtuarnos, incluso aunque cambien las personas que trabajan en el Athletic a lo largo de los años. Lo que se mantiene firme es la estructura».
Es un proceso de largo recorrido, con muchas etapas:
«Son décadas de trabajo que al final dan frutos. Si alguien me pidiera exportar este modelo a otra parte, sería algo imposible y utópico».
Ha llegado el momento de que nos cuente los secretos y la organización de este sistema:
«Verán que no se puede copiar —repite—, es imposible replicarlo tal cual».
La relación con las filiales y un “radar” que cubre todo el País Vasco
«Tenemos más de 160 equipos afiliados en el País Vasco», explica González.
Lo define como “una tela de araña” que supervisa a todos los niños y jóvenes que, en el futuro, podrían llegar al primer equipo:
«Estos clubes tienen una gran capacidad para desarrollar tanto jugadores como entrenadores, y ésa es nuestra fortaleza. Un sistema que se mantiene en el tiempo, al margen de las generaciones de dirigentes, futbolistas y técnicos».
Además, el Athletic invierte «muchísimo dinero en la estructura deportiva de Lezama para profesionalizar a todos los implicados»:
«Cada trabajador de nuestro centro deportivo tiene un contrato profesional y formación para dedicar el 100% de sus capacidades al Athletic».
El primer paso es detectar el talento:
«Tenemos 20 ojeadores y 20 entrenadores que trabajan con los equipos afiliados para estar pendientes de las promesas y aportar el conocimiento de un equipo profesional. Además, otros 5 ojeadores vigilan a los dos filiales (el Bilbao Athletic y el Baskonia, de los que luego hablaremos) o a los futbolistas vascos que juegan en otros clubes de Primera. Examinamos al 100% de los jugadores vascos que pudieran encajar en nuestra filosofía. Invertimos tiempo y recursos en ello».
González describe con detalle la relación con esos clubes «convenidos, las filiales», auténticas sucursales que alimentan la cantera antes de llegar a Lezama:
«Tienen una gran identidad con nosotros, y la cultivamos a diario porque es nuestra savia vital. Invertimos mucho en esas sociedades vinculadas al Athletic».
La fidelización es la base:
«Hablamos de más de 160 equipos y miles de futbolistas y técnicos. Cuando son aún muy pequeños, todos los afiliados entrenan, al menos un día al año, en nuestras instalaciones de Lezama, para que vivan en primera persona lo que significa el Athletic y, al mismo tiempo, podamos observar de cerca a los chicos más prometedores. También organizamos torneos amistosos en casa del Club y tenemos un programa de entrenamientos puntuales para los jóvenes que están cerca de dar el salto. Eso sí, sin quitar a cada filial su propia identidad».
Asimismo, se proveen entrenadores y diferentes referentes para mejorar las sesiones de cada club:
«Damos apoyo total a las filiales. El Athletic siempre está ahí. Por ejemplo, brindamos soporte médico en las lesiones graves, ya sea en sus propias sedes o en Lezama, ofreciendo diagnósticos y procesos de recuperación más fiables. No los dejamos solos nunca».
El corazón del trabajo en Lezama
La cantera del Athletic Club, reconocida como una de las mejores, se ubica en las instalaciones de Lezama, a unos 15 minutos en coche de Bilbao, con una superficie de 147.600 m²:
«Tras la detección del talento, el siguiente paso es traerlo a nuestro cuartel general. Cada año invertimos para extraer el máximo de nuestro centro, donde también entrena el primer equipo, y así mantener una formación de vanguardia. El departamento es enorme, incluso a nivel mundial, y la estructura de nuestra academia sigue un programa de desarrollo deportivo de primer nivel».
Llegados a este punto, recuperamos la “pregunta del millón” que Mikel mencionó al inicio:
«Los grandes clubes y federaciones vienen a vernos y nos preguntan cómo lo hacemos».
En general, todos los equipos invierten grandes sumas para fichar y mantener jugadores, además de cubrir el resto de gastos de la estructura. El Athletic, en cambio, crece solo con los chicos de su tierra:
«Nos dicen que parece que tengamos una “fábrica de futbolistas”. Y es verdad que el País Vasco produce mucho talento, y los clubes de la zona saben trabajar bien. Pero, a diferencia del resto del mundo, aquí se conserva ese talento, se invierte para formarlo y retenerlo. Muchos clubes apuestan por su cantera, pero luego no dan oportunidades a esos chicos a los que dedican dinero; si lo hicieran, también tendrían muchos como nosotros, pero no es fácil: prefieren fichar 3 o 4 jugadores hechos de fuera».
Le preguntamos por qué los mejores no acaban rindiéndose a las ofertas de los grandes clubes:
«Saben que aquí tienen lo mejor y nosotros les mostramos el camino real hacia el primer equipo. Una vez dentro, si trabajan bien, se ganan el puesto. Los mimamos y difícilmente encontrarían ese trato en otro lugar. Defienden la tierra y el club de su corazón. Les damos todo y no tienen motivos para marcharse».
No es extraño, entonces, que la estancia media de un futbolista en el primer equipo supere los 7 años, la más alta que existe.
Para dar salida al talento que atesoran, en Bilbao han diseñado una estructura piramidal en sus categorías. Es preciso puntualizar que, en España, casi todos los clubes tienen un equipo filial (como la Juventus Next Gen, la Atalanta Under-23 o el Milan Futuro en Italia). En Bilbao, sin embargo, hay… ¡dos filiales!: el Bilbao Athletic y el Baskonia.
«El Bilbao Athletic es nuestro Sub-23 y compite en Tercera División (la equivalente a vuestra Serie C)», explica González.
«El Baskonia está formado por los mejores Sub-19 y juega en Quinta División. Allí los chavales se enfrentan ya al fútbol de gente adulta y aprenden sus dinámicas. Luego tenemos el Sub-19, algo así como el Primavera italiano, con chicos de 17 y 18 años —un año menos que la categoría».
Encima de esa pirámide, para entenderlo al estilo italiano, estaría el Athletic Club en Primera División, seguido por el Bilbao Athletic en “Serie C”, el Baskonia en “Serie D”, y el Sub-19 en el campeonato Primavera. Y por debajo, el Sub-17 y así sucesivamente.
Sin mercado de fichajes: la cantera es el único recurso
Para que veamos hasta qué punto la filosofía del Athletic es innegociable, Mikel González nos pone un ejemplo:
«Si tenemos un problema en el primer equipo y nos falta un segundo delantero, no podemos ir al mercado como todo el mundo, buscar en una lista de 6-7 candidatos y fichar a uno. No podemos salir a gastar dinero para resolver un contratiempo inmediato. ¿Entonces qué hacemos? Miramos en la cantera. Y ahí, a veces tienes un jugador listo, a veces no hay nadie, y otras veces hay dos».
Es una clave esencial. Para cubrir cualquier necesidad o relevo generacional, y sobre todo para forjar ciclos de generaciones ganadoras, hay que trabajar con esmero en cada futbolista:
«Estamos obsesionados con la mejora individual de los chicos. Cuando llegan a los 15 o 16 años, lo sabemos todo de ellos: su físico, su motricidad, su biomecánica, además de lo personal y lo psicológico. A fin de cuentas, nuestros futuros “fichajes” ya están en casa».
«Desde la categoría Sub-17 trabajamos con una cadena de sucesión», explica.
«Pensamos a 3-4 años vista: cuáles son las posiciones en las que podemos quedarnos más cojos, dónde estamos mejor cubiertos… Tenemos que asegurar un futuro a estos chicos. Si surge la posibilidad de hacer una inversión, miramos primero qué tenemos dentro antes de pensar en el primer equipo. Los jóvenes saben que su camino hacia arriba está protegido, y que nosotros mismos somos los primeros interesados en que funcione».
Con ayuda de tecnología avanzada:
«Aplicamos modelos preventivos para diseñar un desarrollo a la medida de cada individuo, con el objetivo de entender quién se adaptará mejor al primer equipo».
La meta es tener siempre un conjunto competitivo, dirigido por Ernesto Valverde —«el mejor entrenador posible», según González— y que, en la actualidad, persigue grandes objetivos:
«Pasamos por un momento dulce: luchamos por clasificarnos a la Champions, estamos en la Europa League y hemos ganado la Copa del Rey no hace tanto. Pero todo depende mucho de las generaciones que vayan saliendo y de cómo hayamos trabajado en los años anteriores. En un fútbol que con frecuencia solo piensa en el presente, tenemos que esforzarnos para no sufrir los cambios de ciclo y para garantizar el futuro a la vez que competimos por títulos en el presente. Es un trabajo gigantesco».
Al mismo tiempo, este enfoque conlleva grandes ventajas, según González:
«Cuando fichas a un futbolista ajeno, ese chico deja su vida y tiene que adaptarse a otra realidad. En el Athletic, cuando pasas al primer equipo, mantienes tu casa, a tus amigos, tu familia está cerca, tu mujer y tus hijos (si los tienes) siguen en la misma ciudad. Las instalaciones de entrenamiento son las mismas, y lengua y costumbres no cambian. Así, la adaptación es inmediata y el rendimiento, normalmente, mejor».
El ejemplo de la leyenda Iker Muniain
Después de alzar la Copa del Rey como capitán, este verano se cerró la trayectoria de Iker Muniain tras 19 años en el Athletic. Uno de esos romances que Mikel González recuerda con emoción:
«Una leyenda y un chico extraordinario. Como tantos otros, rechazó ofertas de los mejores clubes de Europa para jugar en su Athletic, convirtiéndose en un símbolo de identidad y pertenencia».
Se marchó a Argentina, al San Lorenzo, con 31 años:
«Muniain es de Pamplona, en la región de Navarra, una de las provincias de Euskal Herria, no de Bilbao. Pero llegó y decidió pelear por ganar con el Athletic: para él siempre fue mejor hacerlo en el equipo de su vida que en cualquier otro».
Lo mismo sucede con Nico Williams, por quien el Club ha rechazado grandes ofertas, sobre todo tras su éxito en la Eurocopa:
«Nos alegramos de no haber vendido a Nico el verano pasado. El Athletic es un club que no necesita vender, y lo hemos vuelto a demostrar. Nos sentimos orgullosos de ello».
Este ejemplo resume por qué un futbolista prefiere seguir aquí y no dar el salto a un gigante: para él, el Athletic ya es un gigante, y el Club siempre tendrá una deuda de gratitud con quien luce su camiseta.